Lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA).
La incidencia de rupturas del ligamento cruzado anterior es aproximadamente 1/3000 habitantes, y en población entre 15 y 45 años es de 1/1750 habitantes. En Estados Unidos se realizan aproximadamente 200.000 reconstrucciones anuales.
Las lesiones suelen ocurrir durante el deporte, muchos pacientes sienten un “pop” en el momento de la lesión, que por lo general se da al quedar el pie plantado en el suelo y hacer un movimiento de rotación del cuerpo, con leve flexión de rodilla, con un efecto distorsivo en la rodilla. Luego la rodilla tendrá un derrame articular importante, que se produce en una forma rápida, o sea en pocas horas, acompañado de dolor y en algunos casos sensación de aflojamiento de la rodilla.
Las mujeres tienen un riesgo mayor (2 a 4 veces) frente a hombres a un mismo nivel deportivo, se han propuesto factores hormonales, anatómicos, de control neuro-muscular y alineación.
El ligamento va de la tibia (hueso de la pierna) al fémur (hueso del muslo), y se localiza en el centro de la rodilla, no es posible tocarlo desde la piel. Es el ligamento que estabiliza en forma primaria el movimiento hacia delante de la tibia, además de otras funciones.
En los adultos la ruptura se da en la parte superior o a la mitad del ligamento, en los niños lo más frecuentes es que se de un arrancamiento del hueso de la parte inferior; por lo general se da una ruptura completa, la ruptura parcial es un concepto controvertido, se considera parcial si se ve en los exámenes de imágenes, pero no hay inestabilidad.
Por lo general la lesión del ligamento cruzado se acompaña de otras lesiones de la rodilla como son rupturas de meniscos, ruptura de otros ligamentos de la rodilla y lesiones de cartílago.
Para tener la sospecha clínica de una ruptura de ligamento cruzado, el médico hará algunas pruebas para valorar la estabilidad de la rodilla y la presencia de lesiones asociadas. Para un diagnóstico más específico, se una la resonancia magnética, que es la prueba de referencia.
En cuanto al tratamiento inicial son las medidas de control del dolor e inflamacción, así como la recuperación temprana del rango de movimiento de la rodilla, la recuperación de la extensión completa es fundamental antes del tratamiento quirúrgico.
Debido al escaso poder de cicatrización del ligamento, lo habitual suele ser su reconstrucción quirúrgica mediante injerto tendinoso, por lo general tomado del mismo paciente. Para indicar se debe considerar:
- Edad y madurez ósea
- Nivel de actividad física y recreativa
- Necesidades funcionales y profesionales
- Expectativas
- Lesiones acompañantes: meniscales y/o ligamentosas y del cartílago
El tratamiento no quirúrgico se recomienda para paciente de avanzada edad, que no tiene molestias en su vida diaria, que realizan poco deporte y consiste en ejercicios de rehabilitación para mejorar los músculos del muslo, tanto anteriores como posteriores. El tratamiento no quirúrgico se asocia a un riesgo alto de rupturas meniscales secundarias y un 70% de los pacientes necesitarán una meniscectomía más adelante.
Los objetivos del tratamiento quirúrgico es conseguir una rodilla estable, proteger meniscos y cartílago y evitar el desgaste de la rodilla.Mantener los arcos de movilidad completo. Favorecer el retorno a la actividad deportiva. Se recomienda en pacientes jóvenes y activos, cuando hay lesiones intrarticulares asociadas, en pacientes que quieran seguir realizando actividad física demandante.
Después de una lesión aguda, no es aconsejable intervenir hasta que se haya controlado completamente la inflamación y se haya recuperado todo el rango de movimiento y la función del cuádriceps con una marcha adecuada. Si se operan antes de este momento tienen un alto riesgo de rigidez (artrofibrosis).
Por lo general se hace por medio de artroscopia, o sea por dos o tres heridas de aproximadamente un centímetro cada una y otra herida de unos 5 centímetros para la toma de los injertos tendinosos que en la mayoría de los casos son isquio-tibiales
La recuperación para volver a las actividades físicas y deportes van de los 8 a los 12 meses después de la cirugía.